El Airbus A321 de la compañía rusa Metrojet que ayer se estrelló en la península del Sinaí, en Egipto, causando la muerte a 224 personas se destruyó en el aire, según ha informado hoy Víctor Sorochenko, director del Comité de Aviación Interestatal de Rusia.
El control aéreo perdió la pista del avión cuando volaba a unos 9.000 metros de altura, 23 minutos después de despegar de Sharm el Sheikh con destino a San Petersburgo (Rusia).
Sorochenko ha informado en rueda de prensa que los restos del avión se encuentran esparcidos en una superficie de aproximadamente 20 kilómetros cuadrados. Además, ha indicado que testigos del siniestro vieron caer partes del avión en llamas.
Las cajas negras ya han sido recuperadas y se ha empezado en Egipto a analizarlas. Previsiblemente, pronto se sabrán datos esenciales que permitan esclarecer las circunstancias que han rodeado el trágico suceso, el más grave sufrido por la aviación rusa.
Ayer, horas después del accidente, el grupo yihadista Los Partisanos de Jerusalén, se atribuyó la destrucción del aparato, sin explicar como se llevó a cabo. Se dijo que la acción era una venganza por el apoyo que presta desde hace unos días Rusia al presidente de Siria Bachar el Asad. Cazas rusos bombardean desde hace días las posiciones del Estado Islámico y de las milicias opositoras al presidente sirio.
No obstante, la autoridades rusas consideran que la destrucción del avión no se debió a un atentado. Para curarse en salud, Lufthansa, Air France y KLM han informado que no no sobrevolaran la península del Sinaí hasta que no se esclarezcan las causas del accidente.
Por ahora se han recuperado 171 cuerpos. Además de las personas que trabajan en tierra, se están utilizando drones para sobrevolar el territorio y localizar los cuerpos y piezas del avión.