El nuevo aeropuerto de Berlín debería entrar en funcionamiento a más tardar durante la segunda mitad de 2017, según ha anunciado el vicepresidente del consejo de administración del aeropuerto, Rainer Bretschneider.
“Queremos terminarlo. Queremos que el aeropuerto eche a volar”, aseguró Bretschneider, tras una reunión del consejo en la ciudad de Motzen, en Brandeburgo. Por su parte, el presidente del aeropuerto, Hartmut Mehdorn, aseguró que las obras “están bajo control”.
La apertura del aeropuerto Berlin-Brandenburg (BER) se fijó en un primer momento para finales de octubre de 2011. Sin embargo, se ha retrasado en varias ocasiones al haberse detectado importante deficiencias en los sistemas contra incendios, defectos de construcción, problemas técnicos y fallos de planificación. Estos errores han encarecido el coste hasta alcanzar casi 5.400 millones de euros, mil millones de euros más de lo previsto en un primer momento.
La desastrosa planificación se concreta, entre otros muchos defectos, en que la plataforma de estacionamiento de aviones es demasiado pequeña y, además, faltan hipódromos para la entrega de equipajes, puestos de control. Las instalaciones que se han construido tienen capacidad para 22 millones de pasajeros al año, pero este ejercicio los aeropuertos de Tegel y Schönefeld acogerán a 28 millones de pasajeros. Inicialmente, Berlín-Brandeburgo, debía asumir el tráfico de ambos aeropuertos. Conviene recordar que la pista de Schönefeld es una de las dos que tendrá Berlín-Brandeburgo.
En medio de este galimatias se ha planteado la conveniencia de construir otro edificio terminal, que concentraría a las compañías de bajo coste. Esta inversión y las reparaciones y adaptaciones que se deben realizar incrementan sobre el papel la factura de la construcción del aeropuerto en otros mil millones de euros.