El fuego es un saqueador impenitente. Roba a los prados hasta el color, cuando los desvalija en forma de incendio forestal. A su paso deja un silencio aterrador, un mundo mudo, en blanco y negro, estéril. Pero inspirador. Lo comprobó en primera persona el empresario Francisco Gayá hace casi una década./ Este reportaje se puede leer en www.quo.es.