El fiscal Brice Robin, que investiga el accidente del A320 de Germanwings, ocurrido el martes en los Alpes franceses cuando volaba entre Barcelona y Düsseldorf, ha explicado hoy en Marsella que se debió a la acción deliberada del copiloto, que estaba al mando del avión y que lo hizo descender de altura hasta que se estrelló.
Según sus declaraciones, el comandante del avión salió de la cabina de pilotaje y no pudo volver a entrar, presumiblemente porque el copiloto, Andreas G. Lubitz, de 28 años, bloqueó la puerta. Acto seguido habría tomado el control del avió y lo habría hecho descender. Según ha manifestado el fiscal, en la grabación de la caja negra se oyen ruidos de golpes del comandante en la puerta y la petición por interfono para que su compañero le abriese la puerta. La inensidad de los golpes habría ido in crescendo con el paso de los minutos.
Al final de la grabación se oyen gritos de los pasajeros, seguramente al ser conscientes de la situación que se había desatado en cabina y percibir que por la pérdida de altura el avión acabaría estrellándose.
El fiscal ha descartado que el copiloto hubiese perdido la conciencia y que le fuese imposible desbloquear la puerta para que entrase el comandante. Para ello, argumenta que se oye la respiración del copiloto, que ha calificado de «normal».
De confirmarse esta hipótesis, estaríamos ante una acción criminal premeditada por el copiloto. El caso recuerda al accidente que sufrió en 1999 un avión de Egypit Air, que despegó de Estados Unidos y que cayó al océano Atlántico. Entonces las conjeturas apuntaron que el piloto optó por suicidarse estrellando el avión contra el mar minutos después de haber despegado. Entonces murieron 217 personas.
Además, se puede argumentar que en este caso las medidas de seguridad para impedir la entrada de personas ajenas en la cabina tiene un punto débil, pues desde dentro de la cabina se puede bloquear con una clavija o pestillo la apertura de la puerta, sin que sirva introducir la clave para abrirla desde el exterior.